El Periférico de objetos (1990-2009) fue un grupo de teatro paradigmático, que significó “un parteaguas en la escena experimental e independiente argentina”. Sus trabajos marcaron a generaciones no solo de artistas, sino también de pensadores del ámbito de la literatura, la filosofía y el psicoanálisis perturbados por la multiplicidad de lecturas que despertaban sus obras. La prolífica y exitosa vida del grupo se sostuvo veinte años bajo la dirección de Emilio García Wehbi, Ana Alvarado y Daniel Veronese, en los que realizaron once espectáculos con los que circularon internacionalmente y obtuvieron reconocimiento unánime de los festivales, la crítica, la academia y el público. Si bien existen muchos trabajos que analizan su obra, el grupo en sí, no dejó su memoria por escrito.
Este libro es el resultado de un ejercicio que involucra la memoria en forma de relato testimonial donde conviven la teoría, la anécdota, la poesía y la experiencia de vida, pero también se despliega como una excavación arqueológica, que busca la relación con ese pasado a partir de sus restos materiales públicos y también personales. Emilio García Wehbi asume la condición de testigo y narra no solo con palabras, sino también con imágenes, el estremecimiento causado por la vida del grupo. Este es un libro a secas como afirma Didi-Huberman cuando asume que es absurdo desde un punto de vista antropológico oponer las imágenes a las palabras: “todos forman en conjunto un tesoro o una tumba de la memoria, no importa si ese tesoro es un simple copo o si esa memoria está trazada sobre la arena poco antes de que una ola la disuelva”. Wehbi narra lo hallado entre las cenizas diez años después de la desaparición del grupo, pero también encuentra el fuego de ese tiempo en el presente, la suficiencia de aquellos gestos que sobrevivieron al tiempo. Se aproxima a recoger lo que ha desaparecido y asume la dualidad de lo que está en juego: la actitud cuidadosa de un coleccionista y también la virulencia salvaje de quien sabe que solo tendrá sentido salvar aquello que todavía arde.
Gabriela Halac
El Periférico de objetos (1990-2009) fue un grupo de teatro paradigmático, que significó “un parteaguas en la escena experimental e independiente argentina”. Sus trabajos marcaron a generaciones no solo de artistas, sino también de pensadores del ámbito de la literatura, la filosofía y el psicoanálisis perturbados por la multiplicidad de lecturas que despertaban sus obras. La prolífica y exitosa vida del grupo se sostuvo veinte años bajo la dirección de Emilio García Wehbi, Ana Alvarado y Daniel Veronese, en los que realizaron once espectáculos con los que circularon internacionalmente y obtuvieron reconocimiento unánime de los festivales, la crítica, la academia y el público. Si bien existen muchos trabajos que analizan su obra, el grupo en sí, no dejó su memoria por escrito.
Este libro es el resultado de un ejercicio que involucra la memoria en forma de relato testimonial donde conviven la teoría, la anécdota, la poesía y la experiencia de vida, pero también se despliega como una excavación arqueológica, que busca la relación con ese pasado a partir de sus restos materiales públicos y también personales. Emilio García Wehbi asume la condición de testigo y narra no solo con palabras, sino también con imágenes, el estremecimiento causado por la vida del grupo. Este es un libro a secas como afirma Didi-Huberman cuando asume que es absurdo desde un punto de vista antropológico oponer las imágenes a las palabras: “todos forman en conjunto un tesoro o una tumba de la memoria, no importa si ese tesoro es un simple copo o si esa memoria está trazada sobre la arena poco antes de que una ola la disuelva”. Wehbi narra lo hallado entre las cenizas diez años después de la desaparición del grupo, pero también encuentra el fuego de ese tiempo en el presente, la suficiencia de aquellos gestos que sobrevivieron al tiempo. Se aproxima a recoger lo que ha desaparecido y asume la dualidad de lo que está en juego: la actitud cuidadosa de un coleccionista y también la virulencia salvaje de quien sabe que solo tendrá sentido salvar aquello que todavía arde.
Gabriela Halac